Cuidado del ciclamen

Ciclamen de flor blanca

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El ciclamen es una planta de los bosques mediterráneos que se caracteriza por su capacidad para crecer a la sombra cuando bajan las temperaturas. Su nombre científico es Cylamen Persicum, y pertenece a la familia de las Primuláceas.

 Con un cuidado simple, el ciclamen puede florecer durante todo el invierno.

 Podemos encontrar diferentes tipos de ciclamen, categorizados según el tamaño que pueden alcanzar. Algunos ejemplares son muy pequeños, mientras que otros son mucho más grandes e incluso muestran hojas y flores de diferentes tamaños.

Temperatura

Como ya hemos mencionado, los ciclamen son plantas de invierno, por lo que el control de la temperatura es crucial. El sobrecalentamiento podría matarlo.

Si bien es cierto que es una planta que se puede cultivar en exterior y exterior, tendremos que valorar la zona en la que vivimos. Por ejemplo, si viviéramos en la región mediterránea, no le daríamos el mismo cuidado al ciclamen al aire libre que en el centro.

Si la temperatura sube por encima de los 16ºC, la planta puede pensar que su fase de reposo ha terminado y las flores comenzarán a caer.

Por lo tanto, las plantas deben cultivarse lejos de cualquier fuente de calor. Es habitual encontrarlos en las cocinas, ya que suelen ser más frías que otras estancias de la casa.

Luz

Como casi todas las plantas, el ciclamen necesita la luz del sol para sobrevivir, aunque no debe estar bajo la luz directa del sol. La planta no tolera la luz directa del sol, si la exponemos a ellos no tardará en arder.

Si lo hacemos, puede acabar interpretando que es verano, por lo que sus flores se pudrirán antes de tiempo.

Riego

Pero el principal enemigo del ciclamen es el riego, especialmente la sobredosis. Si recibe demasiada agua, este fenómeno acelerará la caída de la flor y la salud de la planta se dañará de forma irreversible. Si sus bulbos están inundados, las plantas comenzarán a morir a menos que lo arreglemos.

Por eso, los expertos recomiendan optar por un sistema de riego sumergido.

No seremos justos ni iremos demasiado lejos. Una vez finalizado este proceso, lo mejor es colocar la planta sobre un plato con mármol o grava, ya que esto drenará el exceso de agua.

 

Si aún no lo sabías, esta técnica consiste en sumergir la olla en un recipiente con agua, y la dejamos reposar unos 15 minutos. En principio, este tiempo es suficiente para que la fábrica obtenga lo que necesita.

Pero espera, aún no hemos terminado: la temperatura del agua también hay que controlarla, sobre todo si queremos cultivar ciclamen en verano.

El agua de riego debe mantenerse caliente en todo momento, lo que evitará que las plantas se sobresalten y expulse las flores.

Abono

Solo empezaremos a abonar cuando detectemos que los ciclamen han sacado los cogollos.

Para ello utilizaremos abonos especiales o abonos líquidos. Tenemos varias formas de aplicarlo: ya sea en forma granular o integrándolo en el riego.

Poda

Esto dará como resultado hojas rosadas, algunas de las cuales se desgastarán y morirán antes de florecer. Para evitar esto, debemos podar las flores marchitas con mucho cuidado, pero con cuidado de no romper los tallos.

Un problema muy común son las hojas amarillas del ciclamen. Si bien la razón de este resultado no está clara, algunos expertos dicen que tiene algo que ver con el aire. Es probable que sea muy cálido y seco, muy por encima del límite de 17ºC.

Si sigues con atención esta guía de cuidados del ciclamen, evitarás este y muchos otros problemas.

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